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       Este trabajo corresponde a un estudio más amplio sobre la relación que hubo entre uno de los músicos más importantes del renacimiento, Juan Vásquez, y su mecenas, Don  Francisco de Zúñiga y Guzmán de Sotomayor, así como la posible relación del músico con el castillo de Belalcázar.

        La musicóloga americana Leanor Russell, en un artículo sobre Francisco de Zúñiga y Guzmán de Sotomayor, decía que este consiguió los medios para su sustento “… a través del dinero de su esposa. En 1518, de forma rápida, el padre de Francisco acordó el matrimonio de su hijo antes de dejar el mundo al entrar en el monasterio. La novia Doña Teresa Zúñiga y Guzmán, la única hija y heredera del marquesado de Ayamonte y heredera del segundo ducado de Béjar, por su tío, quien no había tenido herederos legítimos. El matrimonio fue consumado el mismo año antes de que el tío, duque de Béjar, o Carlos V, recientemente llegado a España, pudieran bloquear las nupcias. Unas cartas atestiguan el enfado del rey  así como el del Papa”.

       Las capitulaciones del matrimonio presentadas en nombre de Teresa de Zúñiga y Guzmán y firmadas por Francisco de Sotomayor acordaban que él usaría los nombres de Zúñiga y Guzmán antes que el suyo propio, Sotomayor, y llevaría las armas de Zúñiga y Guzmán en la parte derecha de su abrigo y armas para siempre.  La unión produjo 8 hijos. De esta forma, fueron unidas las dos familias, los Sotomayor y los Zúñiga: los primeros, marcados por una profunda religiosidad y avaricia; los segundos, caracterizados por su astucia política y guerras familiares. El matrimonio de Francisco y Teresa estuvo marcado por su derrochadora forma de gastar el dinero y sus frecuentes disputas legales.

       Nos situamos en el Renacimiento (1452 a 1600), años en los que la música es una disciplina que adquiere un fuerte desarrollo. Lutero da un valor primordial a la música en el culto y el concilio de Trento impone austeridad a la música católica, aunque las dos utilizan la música como medio para dirigirse a Dios. Por otro lado, reyes y nobles utilizan el arte musical como el culmen de una educación refinada, exquisita y completa, estampa culta y fastuosa propia de la nobleza. Por lo general, las grandes catedrales, abadías y conventos tuvieron sus capillas musicales, sus instrumentistas y cantores para ensalzar la liturgia. La música constituyó uno de los mejores recursos de atracción para ensalzar las celebraciones y solemnidades. 

       Don Francisco de Zúñiga va a incorporar la música a todas las facetas de su vida, y en todas ellas buscará el enaltecimiento de una u otra forma: en el ocio de su palacio, con pequeñas orquestas; en las actividades religiosas, capilla musical, órganos y organistas; en ceremoniales y parafernalia de campaña y de guerra. Es obvio que heredó el legado musical de sus predecesores, promoviendo una transformación importante en la actividad musical de su casa. Este interés por la música no es algo que surja en el conde sin fundamento, sino que existe un bagaje medieval del que es heredero, y seguramente sus antecesores promovieron la actividad musical en el castillo y en los conventos bajo su influencia. El gran castillo está en ruinas, pero aún hoy conserva el orgullo de su constructor, Don Francisco de Zúñiga y Guzmán Sotomayor, cuarto conde de Belalcázar (1518-1544) y tercer duque de Béjar  (1533-1544). 

       La actividad musical promovida por el conde como instrumento de enaltecimiento socio—político ya está presente en las primeras décadas, a veces de una forma ridícula, como cuando emplea a un grupo de presumibles músicos extremeños.

       Nos dice Molinero Merchán: “Un detalle fue el recibimiento de la Reina Dª Isabel de Portugal (en la frontera de Badajoz) en 1525, en el que don Francisco de Zúñiga Guzmán y Sotomayor ya se hacía acompañar de un séquito de músicos. (El prurito de grande de la nobleza llevado hasta el ridículo. En esta ocasión se hizo acompañar de individuos extremeños a los que les obligó a interpretar como ministriles avanzados). Es de suponer que después de estos años veinte, existieran ya en sus residencias deferentes instrumentos musicales para amenizar los momentos de esparcimiento y descanso, así como las grandes jornadas de su castillo de Belalcázar”.

    Si importantes fueron los órganos y organistas de finales del siglo XV, no van a ser menos los instrumentos encontrados durante el siglo XVI en el castillo del cuarto Duque de Belalcázar. Entre las ventas de sus posesiones personales se encontraban joyas, ropas, libros, animales, esclavos, pinturas, instrumentos musicales, etc. La venta atrajo a compradores de las mayores ciudades de Andalucía y Extremadura. La Duquesa y su hijo Alonso compraron muchos de ellos y se cree que otros de los compradores podrían haber sido músicos o miembros del propio servicio del Duque.

    La referencia más importante del castillo nos la ofrecen los instrumentos musicales incluidos en un inventario realizado para su venta posterior. Los instrumentos de teclado debieron de ser grandes, según se desprende de las notas, que dicen: “Entre lo más importante, tanto por su precio de venta como por su localización en el castillo se encuentran los instrumentos de teclado…” “Un órgano con fuelle y una caja de órgano (realejo). Ambos estaban situados en la sala Morisca del castillo”. Aunque su precio exacto hay que tomarlo con cierta precaución, el órgano es sin lugar a dudas el más caro de los instrumentos vendidos al público. Sobre los instrumentos de cuerda que el Duque tenía en propiedad, contaba con doce vihuelas, de las que diez fueron vendidas. Todos los instrumentos de viento, encontraron compradores en las ventas de las posesiones del tercer Duque. De la partida de instrumentos militares, solamente las insignias y los cordones de las trompetas fueron vendidas”.

    •    El apéndice uno muestra los instrumentos musicales almacenados en el castillo de Belalcázar, de acuerdo con el inventario ordenado por Alonso de Zúñiga Sotomayor el 24 de noviembre de 1544. (Madrid, Archivo Histórico Nacional, Sección Osuna, Legajo 327, Nº7) 

    •    El apéndice dos muestra los instrumentos musicales vendidos en pública subasta de las posesiones del tercer duque de Béjar de acuerdo con las cuentas de Diego de Toro (1564). (Madrid Archivo Histórico Naciones, Seccione de Osuna, Legajo 327,º Nº1)

    La gran colección de instrumentos musicales, que fue inventariada y vendida entre diciembre de 1544 y 1546, de forma casi diaria, fue realizada por el titular de la familia, Alfonso (1484-1518), tercer conde de Belalcázar, que después llegaría a ser monje Franciscano, una vez que había asegurado la sucesión de sus cinco hijos, o también posiblemente en la época del cuarto duque, Francisco, también tercer duque de Béjar. La venta de todos los bienes y pertenencias guardadas en el castillo de Belalcázar, propiedad del tercer duque de Béjar, fueron para pagar las deudas dejadas al fin de su vida en 1544. Estas circunstancias especiales necesitaron de un completo inventario de los bienes del castillo. A la muerte del tercer duque de Béjar, en 1544, el meticuloso inventario de sus bienes y posteriores documentos de venta, así como los precios obtenidos, da una idea de la gran colección de instrumentos musicales. 

       El conde de Belalcázar se constituyó también en el ámbito musical en un competidor de la realeza y de la nobleza más ostentosa, llegando a tener su propia Capilla Musical, con su maestro de capilla, cantores e instrumentistas.

       A nivel humano, es destacable el hecho de que el duque contara con maestro mayor de capilla y cantor, que acredita un ejercicio sistemático de la actividad musical en palacio; además de un control fehaciente de los instrumentos y músicos en actividades de séquito y protocolo. 

       Las libranzas económicas a la muerte del conde de Belalcázar señalan que el cantor y capellán era un varón denominado San Martín, a quien se le paga de sus débitos la cantidad de 13.606 maravedíes. El maestro de capilla era Leonardo Alonso, quien recibe 2.372 maravedíes.  

       En el ámbito del mecenazgo musical y de las influencias del duque, no podemos dejar de lado el coro del convento de Santa Clara de la Columna, que fundó Doña Elvira de Zúñiga, y que tuvo desde los inicios su capilla musical, con espacio para el desempeño de dicha actividad y profesas especializadas en ello. 

       En su testamento, dio instrucciones para los siguientes días de su funeral, con misas cantadas y oficios de difuntos. Se utilizaron los 10 libros de canto del convento, usados para el servicio de los franciscanos. Estos libros están ahora en la biblioteca The Hispanic Society of America in New York. Están decorados en estilo mudéjar y con elaborados grabados.

       El prior de San Juan, Don Antonio de Zúñiga, era hermano del duque de Béjar, Don Álvaro de Zúñiga, que disfrutaba de una rica capilla musical con hombres de la talla de Juan Vásquez, quien desde la catedral de Badajoz transitó por todos los ámbitos de la jerarquía musical: desde simple capellán y cantor a maestro de capilla. En Sevilla, su vida discurrió en el seno de un ambiente refinado y aristocrático, entablando contacto con músicos tan importantes como Francisco Guerrero, Cristóbal de Morales, Juan Navarro y Juan Bermudo. 

       Juan Vásquez nació en los primeros años del siglo XVI en Badajoz y falleció en Sevilla después de 1560. Fue sacerdote y estuvo al servicio de varios señores. 

       En 1551, Juan Vásquez fue empleado en Sevilla por el noble Antonio de Zúñiga, su mecenas, a quién dedicó su colección de música Villancicos y canciones a tres y a cuatro, que  consta de 26 villancicos y canciones a tres y cuatro voces, como su nombre indica. Desgraciadamente, sólo se conserva una de las libretas de un ejemplar del libro, por lo que sólo se dispone de una de las voces.

       Juan Vásquez parece haber estado asociado con la capilla de los Zúñiga en Sevilla alrededor de 1540. Se sabe que en 1549 estuvo de nuevo en Sevilla, la ciudad más grande de España, empleado por Antonio Zúñiga, tercer hijo del tercer duque de Béjar, a quién le dedicó la primera publicación de sus canciones seculares, Villancicos i canciones de Iuna Vasquez a tres y a cuatro (1551).  El cancionero de Vásquez fue impreso en tres partes (tiple, teno, baxo) en Osuna, ciudad cercana a Sevilla, por Juan de León, imprenta fundada con la nueva Universidad de Osuna (1548). Su dedicación dice: “Al Ilustrísimos Señor Don Antonio de Cvnniga”.

       El tiempo que Vásquez permaneció al servicio de Antonio de Zúñiga no es conocido, así como tampoco su posible estancia en el castillo de Belalcázar. Sevilla en mitad de sigo XVI era un próspera ciudad debido a su monopolio con el comercio de América.  Los Zúñiga gozaron de especiales privilegios de la corona desde 1492 para el  comercio de bacalao en sal y de la producción de jabón en Sevilla. Sevilla fue también la capital artística de España. El círculo de poetas, pintores, eclesiásticos y doctores se juntó alrededor del poeta Hernando de Herrera (1534-1597) para formar la primera tertulia literaria en la historia española. Herrera dedicaría sus anotaciones en su trabajo del poeta Garcilaso de la Vega a Antonio de Zúñiga. Igualmente ocurrió con Miguel de Cervantes Saavedra, que en 1605 dedicó el Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha al Duque de Béjar, Conde de Belalcázar. 

       Aquellos villancicos de Vasquez habían sido ampliamente conocidos en los círculos musicales, especialmente en la transcripción para la vihuela, el instrumento preferido solo o acompañado, como quedaría demostrada por la presencia de canciones en libros posteriores de Diego Pisador y Miguel de Fuenllana.

Bibliografía:

Cabrera Sánchez, Margarita. Nobleza, oligarquía y poder en Córdoba al final de la Edad Media. 1489, febrero, 12. Córdoba, 1998, p. 405. Archivo de Protocolos de Córdoba, Leg. 1422, fol. 34r. 

Música en la casa del tercer duque de Béjar 1520-1544

Juan Vásquez. Villancicos y canciones a tres y a cuatro. Edición: Osuna 1551. Imprenta de Juan de León. 

Protocolos notariales de Belalcázar. Escribano: Francisco Blázquez Rebollo. Año 1729. 30 de Marzo. Folios 34 a 36. “Obligación para la fábrica del órgano en el Convento de Nuestro Padre San Francisco de esta villa”. Protocolos Notariales de Pozoblanco.

http://www.coroamadeus.es/musica-en-extremadura/autores-extremenos/juan-vazquez/

Molinero Merchán, Juan Andrés. El convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar (Córdoba).

Artículo “Juan Vasquez” The new Gorve Dictionary of Music and Musicians, Stanley Sadie, ed (London: Macmillan Publishers Ltd, 1980) XIX:562 y el prefacio de mi edición de Vasquez Villancicos i canciones.

Música en el Castillo de Belalcázar

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